Nadie se muere por un problema así, pero la enfermedad más frecuente entre los jóvenes provoca un sufrimiento enorme.
Los maduros también lo sufren
Adolescencia y acné van de la mano. Suele desarrollarse entre los trece y los quince años, y los expertos destacan que en la mayoría de los casos se curaría sin tratamiento alrededor de los veinte. Sin embargo, por el choque psicológico que produce, requiere una atención urgente. Los médicos tienen respuestas para anticipar el fin de un mal que puede llegar a ser un calvario. También disponen de ellas para los adultos, porque el 3 % de los hombres y el 12 % de las mujeres de más de 45 años sufren acné.
Genético, aunque no solo hereditario
La predisposición a padecer acné la traemos en nuestros genes, pero no siempre tiene por qué dar la cara. Lo más común es que un episodio determinado provoque su aparición. Muchas veces los propios cambios que se originan en el cuerpo durante la pubertad ya justifican su debut. ¿Se puede prevenir? Resulta difícil, porque el acné nace en la dermis media y no tiene refl ejo externo hasta que surgen los granos. Lo que sí se puede es controlarlo en cuanto se manifiestan los primeros puntitos.
El embarazo, un momento de rebrote
En las mujeres adultas es más común durante la gestación. Los cambios hormonales que se producen en este periodo pueden provocar su aparición o reactivarlo. La menstruación y el consumo de anticonceptivos figuran también entre los posibles detonantes. En este grupo tiene, además, una repercusión psicológica superior. Según los especialistas, las mujeres confiesan en la consulta que el acné les influye en sus relaciones sociales, sexuales y laborales.
Una enfermedad con mil rostros
Todos los pacientes con acné presentan signos de acné en la cara y un 70 % de ellos los tienen, además, en hombros y espalda. Lo más signifi cativo es que se manifi esta de muchas maneras. Cada una es indicativa de la gravedad del proceso, lo cual resulta muy útil para que el médico oriente el tratamiento. El tapón que las células muertas de la piel producen al obstruir el poro puede provocar puntos blancos, unos granos en la dermis, la forma más benigna del trastorno. El siguiente escalón son las típicas espinillas y las pápulas, unos bultos rosados que pueden doler al tocarlos. Después surgen pústulas –granos rojos con pus– y nódulos –forúnculos internos grandes, dolorosos y sólidos–. Finalmente, aparecen quistes profundos y llenos de pus.
La paciencia es tan útil como la terapia
Los especialistas abordan este problema por tres flancos, que tienen que ver con los factores que facilitan el desarrollo del acné. Las terapias regulan la secreción sebácea, evitan la obstrucción del folículo y disminuyen el número de bacterias. Para los casos leves y moderados se usan, sobre todo, cremas o geles con ácido azeláico. En los episodios graves se recurre a antibióticos. Es fundamental empezar el tratamiento con los primeros signos, porque las lesiones pueden dar lugar a cicatrices que, si no se tratan, dejan marca para siempre. Y el elemento clave: perseverar en la terapia, ya que el acné tarda al menos tres meses en curarse.
Sí, puedes tener sexo
Ni es consecuencia de un aumento de la actividad sexual ni tiene relación con el consumo de chocolate o de frutos secos. Tampoco estamos ante un mal contagioso, ni su origen es siempre la falta de higiene. Los dermatólogos insisten en desterrar esas leyendas, aunque señalan que los hábitos saludables, en alimentación y en el resto de actividades, siempre benefician. De hecho, se aconseja evitar el estrés, cuidar el sueño y hacer deporte. También se recomienda tener una higiene cuidada y no olvidarse de que algunos jabones son perjudiciales, porque tienen un efecto inflamatorio en los comedones típicos de esta dolencia.
Di no a las cremas
El acné necesita aire libre. Por eso conviene aparcar los cosméticos –incluso los que se anuncian como libres de aceite–, los fotoprotectores y el maquillaje. Afrontar la enfermedad con éxito exige no tocarse los granos y dejar respirar a la piel. La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) recomienda limpiar la cara dos veces al día para barrer las células muertas que pueden bloquear los poros, y secarse sin frotar. Y si resulta conveniente o no tomar el sol es una cuestión controvertida entre los dermató- logos. Coinciden en que, fuera de las horas de mayor radiación, seca la grasa de la piel, pero si aquella es intensa produce el efecto contrario.
Inconvenientes del medicamento más eficaz
Los dermatólogos hablan de la isotretinoína como un producto sumamente eficiente. De hecho, su marca comercial, Roacutan, es el tratamiento más popular contra el acné grave. Este compuesto derivado de la vitamina A se usa también contra el cáncer, y gracias a él los comedones desaparecen de la cara, disminuye la carga de bacterias y cesa la secreción sebácea. Pero, como todo fármaco, puede tener efectos adversos dependiendo de la dosis que se tome. De ahí que los especialistas alerten del peligro de automedicarse. Lo más frecuente es que produzca sequedad en la piel, y también aparecen síntomas como cansancio, cefaleas intensas y sudoración excesiva. Si lo toma una mujer embarazada, pueden darse malformaciones en el feto.
Fumar empeora su evolución
El tabaco no tiene ningún beneficio para la salud, y el acné no es una excepción. Se ha comprobado que la adicción a la nicotina hace que persista en las personas que lo sufren, entre otras cosas, porque produce inflamación en los tejidos, uno de los síntomas característicos de esta enfermedad. Además, puede actuar como desencadenante entre quienes tienen predisposición a padecerla. Las consecuencias también alcanzan a los fumadores pasivos, ya que el humo bloquea los poros de la piel e impide que transpire.
Afecta más a la mente que a la cara
Los especialistas insisten en los datos de numerosos estudios que apuntan que el 40% de los adolescentes que lo sufren se sienten acomplejados e incluso un 5% de los que padecen acné grave ha pensado en el suicidio. La enfermedad y la depresión se superponen, por lo que muchas veces es necesaria la ayuda de un psicólogo o un psiquiatra, además del dermatólogo. El objetivo es evitar que el problema se convierta en un mal crónico con repercusiones en la salud mental, cuando tendría que ser un compañero pasajero.
Fuente: muyinteresante.es