Qué es la alergia al sol y causas
La erupción polimorfa lumínica (EPL), popularmente conocida como alergia al sol, consiste en una reacción anormal a la luz que produce la aparición de lesiones en la piel tras la exposición directa a la luz solar. El nombre de alergia al sol se debe a que los síntomas son similares a los de una reacción alérgica, sin embargo, la EPL no es verdaderamente una alergia.
La exposición a la luz puede ser causa de diversas enfermedades cutáneas, conocidas como fotodermatosis, siendo la EPL la más común de todas ellas. Conocer la prevalencia exacta de esta enfermedad es muy difícil, ya que aunque muchas personas experimentan reacciones anormales frente a la luz solar, los síntomas suelen ser leves y transitorios, por lo que la mayoría de las veces no consultan a su médico.
Los estudios realizados estiman que la prevalencia de la EPL es del 10-20% en las poblaciones europea y norteamericana. Es más frecuente en mujeres que en hombres, generalmente en una proporción 2:1 o 3:1. Afecta a todas las razas y tipos de piel, aunque los pacientes de piel blanca suelen verse afectados con más frecuencia. La EPL generalmente comienza en la segunda y tercera décadas de la vida, pero también puede haber síntomas durante la infancia o al final de la edad adulta.
Causas de alergia al sol
La causa de la alergia al sol exacta por la que se produce esa reacción de la piel ante la luz del sol todavía no se conoce. Sin embargo, sí se sabe que la EPL aparece cuando hay una exposición a los rayos ultravioleta (UVA o UVB) más prolongada de lo normal. Por este motivo, esta enfermedad es más frecuente al inicio de la primavera y en verano, es decir, los meses del año en los que los rayos solares son especialmente intensos. Además, es en esta época cuando la piel pasa más tiempo expuesta a la luz solar (a pesar de ello, las lesiones pueden persistir durante todo el año). También se considera que la radiación ultravioleta tipo C (UVC) y la luz visible pueden ser responsables de esta enfermedad.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, por lo que se basa en la historia clínica y en la exploración física. Hay que descartar siempre la existencia de un factor desencadenante, como fármacos, productos químicos (cremas, perfumes), alteraciones metabólicas (porfirias) y enfermedades carenciales. También enfermedades autoinmunes como el lupus.
En el tratamiento de la alergia solar es esencial la protección solar estricta, aunque en los casos más graves se pueden utilizar fármacos como corticoides o antipalúdicos. El pronóstico de la ELP es muy variable, oscilando desde una remisión completa hasta el desarrollo de síntomas debilitantes y, posiblemente, otros trastornos autoinmunes.
Síntomas de la alergia al sol
Los síntomas más frecuentes de la erupción polimorfa lumínica (EPL) o alergia al sol son picor, dolor y enrojecimiento de la piel. Las lesiones suelen aparecer unas pocas horas o varios días después de la exposición solar, y generalmente se localizan en las áreas de piel descubiertas que quedan expuestas al sol. Estas lesiones pueden persistir durante varios días, y normalmente se resuelven sin dejar cicatriz. Cursan en brotes recurrentes que suelen ser cada vez de menor intensidad, y pueden llegar a desaparecer al final del verano, aunque vuelven a aparecer en la primavera siguiente.
La forma de las lesiones es muy variada, como indica el propio nombre de la enfermedad (erupción polimorfa), aunque cada paciente suele presentar un mismo tipo de lesiones. Lo más frecuente es la aparición de pápulas (lesiones de menos de un centímetro de tamaño, sobreelevadas y bien definidas), papulovesículas (similares a las anteriores y a las que se suman pequeñas ampollas con contenido líquido en su interior), placas (presentan un mayor tamaño), y lesiones eritematosas multiformes (es decir, lesiones enrojecidas de muchas formas diferentes).
Las zonas corporales que se afectan más frecuentemente en la EPL son el cuello, el escote y los antebrazos. También se pueden afectar otras regiones como los brazos, la espalda o las piernas. Normalmente, la cara y las manos de los pacientes con EPL no presentan lesiones porque estas zonas reciben generalmente una exposición solar diaria y, por tanto, están habituadas. Esto se debe a que muchos individuos experimentan un efecto de endurecimiento de la piel si se prolonga la exposición al sol, lo que produce que estas zonas se vean menos afectadas por esta enfermedad.
Pueden aparecer otros síntomas como dolor de cabeza, náuseas o escalofríos, pero no son frecuentes.
Diagnóstico de la alergia al sol
En la erupción polimorfa lumínica (EPL) o alergia al sol, como en casi todas las enfermedades dermatológicas, la realización de una historia clínica lo más cuidadosa posible es fundamental para llegar a un diagnóstico. Ésta debe incluir cuestiones como la edad del paciente, cuándo comenzaron los síntomas, la exposición a otros fotosensibilizantes conocidos, el tiempo transcurrido entre la exposición al sol y el comienzo de los síntomas, la duración de las lesiones en la piel, la variación estacional de los síntomas, los antecedentes familiares de fotosensibilidad, y la posible afectación de otros sistemas orgánicos. Todos los datos sobre las lesiones cutáneas que el paciente pueda aportar pueden ser de ayuda.
La exploración física es el otro pilar básico del diagnóstico de la EPL, de tal forma que siempre se deben analizar detenidamente la forma, la apariencia, y la localización de las lesiones cutáneas.
En los casos de duda, se puede realizar una biopsia de la piel o un procedimiento denominado fotoprovocación. Este último consiste en irradiar un área de la piel del paciente con rayos ultravioleta, de tal forma que si aparece una erupción, se considera que la causante es dicha radiación. Sin embargo, no es un procedimiento que se suela realizar de rutina para diagnosticar la EPL.
La aparición de una EPL puede ser un síntoma de una enfermedad autoinmune, por lo que es necesario realizar un estudio de autoinmunidad. Se debe solicitar una analítica sanguínea que incluya anticuerpos antinucleares, anti-Ro y anti-La preferentemente.
A modo de resumen, es necesario pensar en la EPL cuando un paciente reúna las siguientes características:
- Aparición de una erupción cutánea tras haber estado expuesto a la luz solar.
- Afectación predominante en áreas fotoexpuestas (cuello, escote, antebrazos).
- Lesiones de aspecto compatible: pápulas, papulovesículas o placas enrojecidas.
- Síntomas compatibles: picor o dolor.
- Enfermedad frecuentemente estacional: primavera e inicios de verano.
Diagnóstico diferencial de la alergia al sol
Como dijimos al inicio, la exposición a la luz puede ser causa de diversas enfermedades de la piel, conocidas como fotodermatosis. El aspecto de las lesiones cutáneas que aparecen en la EPL es similar a las de otras fotodermatosis idiopáticas, por lo que el período de comienzo de la lesión y la persistencia de las lesiones en el tiempo puede usarse para orientar el diagnóstico. Las principales fotodermatosis con las que hay que hacer diagnóstico diferencial son el prurigo actínico, la urticaria solar y la dermatitis actínica crónica.
- Prurigo actínico: comienza típicamente en la infancia, mientras que la EPL lo suele hacer en la segunda y tercera década de la vida. Los síntomas son similares en ambas enfermedades, pero la erupción cutánea en el prurigo actínico afecta muy frecuentemente a la cara y a las manos, mientras que en la EPL esto es raro. Las lesiones del prurigo actínico a veces persisten durante meses y, frecuentemente, presentan queilitis y cicatrización.
- Urticaria solar: se desarrolla casi inmediatamente después de la exposición solar y se resuelve en unas pocas horas, mientras el desarrollo de la lesión y la resolución de la ELP son más lentos. Las lesiones suelen presentar típicamente un aspecto habonoso.
- Dermatitis actínica crónica: afecta principalmente a ancianos y se caracteriza por lesiones escamosas o eccematosas, mientras que la EPL afecta predominantemente a las mujeres en un período precoz o intermedio de la edad adulta.
- Otros diagnósticos diferenciales que deberían considerarse son la fotosensibilidad inducida por fármacos, la dermatitis de fotocontacto, la dermatitis de contacto por partículas suspendidas en el aire, la hidroa vacciniforme, el eritema multiforme fotosensible, el lupus eritematoso y la porfiria.
Fuente: webconsultas.com