La piel es la parte de nuestro organismo que nos protege de las agresiones exteriores. Por tanto mantener la piel en buen estado supone un beneficio para nuestra salud.
Se deben llevar a cabo hábitos diarios básicos que influirán en su buena conservación. Los cuidados básicos del rostro deben empezar con la limpieza, para eliminar restos de secreciones, suciedad o los residuos de los cosméticos empleados. El agua no es suficiente para limpiar la piel, por ello es recomendable utilizar jabones que ejerzan una acción detergente, evitando su uso en pieles sensibles o secas, ya que favorecen la desecación.
Actualmente existen productos sintéticos muy bien tolerados por la piel. La leche limpiadora es la mejor elección para la limpieza facial realizada por la mañana y por la noche. A continuación aplicaremos un tónico o loción facial que proporcionará frescor, revitalizará la piel y eliminará los restos de leche limpiadora.
Para la eliminación de olores corporales se utilizan desodorantes o antitranspirantes. Además, estos últimos tienen la finalidad de eliminar las secreciones.
Para proteger la superficie cutánea se utilizan diferentes cremas, lociones y geles en función de la edad, tipo de piel o zona del cuerpo donde vayan a ser aplicados. La función de estos productos es evitar la desecación de la piel, conservarla sana, protegerla contra los agentes externos y, por último, restablecer su estado normal, en el caso de que la piel sufriera alguna alteración.
Hasta hace poco las cremas se clasificaban según el momento de su aplicación así existían cremas de día y de noche. Hoy en día también se denominan según la función que cumplen: hidratante, fotoprotectora, antienvejecimiento, nutritiva, entre otras.
Por sus peculiaridades la piel infantil debe protegerse especialmente frente al frío, el sol y otros agentes atmosféricos. Para ello deben utilizarse productos adecuados y cuidar de manera especial el aseo de las zonas más expuestas a agresiones; como las zonas del pañal, o de la cara.
La acción atmosférica, el viento, el frío y el sol dañarán menos la piel cuanto mejor protegida esté. Las cremas hidratantes con factor de protección y los fotoprotectores son imprescindibles para evitar problemas como la desecación, los eritemas o las quemaduras, e incluso a largo plazo el envejecimiento y cáncer de piel.
Recuerde: el farmacéutico es un consejero de salud que le podrá recomendar los productos más adecuados para el mantenimiento de la piel en buen estado.
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Piel Conservada
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