La diabetes afecta a más de 380 millones de personas en todo el mundo, y esta cifra no cesa de aumentar. En un futuro próximo uno de cada 10 adultos la padecerá. La diabetes tiene múltiples efectos adversos para nuestra salud, muchos de ellos relacionados con la piel. ¿Cómo podemos reducirlos al máximo y proteger nuestra piel?
Las personas que sufren diabetes (niveles altos de glucosa en sangre) durante largos periodos de tiempo son más propensas a padecer problemas en la piel. Una de cada tres personas con diabetes sufren alteraciones cutáneas, que a menudo son el primer aviso de la presencia de la enfermedad. Los niveles elevados de glucosa en sangre provocan cambios bioquímicos en la piel que alteran su estructura y sus funciones. Estos cambios inducen sequedad y pérdida de elasticidad, así como un envejecimiento prematuro de la piel.
La piel de las personas diabéticas tiende a padecer con mayor facilidad las siguientes afecciones:
- Infecciones por bacterias y por hongos (especialmente Candida albicans).
- Provocan inflamación, picor, piel rojiza, ampollas y escamas. Las áreas más problemáticas son debajo de los senos, alrededor de las uñas, entre los dedos de manos y pies, en las comisuras de la boca y en axilas e ingle.
- Cambios en el color de la piel. Pueden aparecer manchas de color marrón claro (acantosis nigricans) y engrosamientos en la parte posterior de cuello, axilas, debajo del pecho e ingle. También el vitíligo es común y produce zonas de piel descoloridas en pecho y panza.
- Dermopatía diabética. Son pequeñas manchas de color marrón claro circulares y escamosas que frecuentemente afloran en la parte delantera de las piernas. No hay que confundirlas con manchas de la edad.
- Ampollas, úlceras, verrugas, escamas, grietas, picor, uñas encarnadas y aumento de sensibilidad a la luz solar. La mayoría de estas afecciones cutáneas son muy comunes en los pies debido a que la diabetes afecta a la circulación sanguínea.
Prevención y cuidados
Afortunadamente, la mayoría de estos problemas se pueden prevenir y solucionar con éxito antes de que se conviertan en un problema grave para la salud de nuestra piel. Veamos algunos consejos.
- Lavarse con un jabón suave y secar a fondo todos los rincones del cuerpo.
- Usar cremas hidratantes, pero no entre los dedos. Mantener la piel hidratada cuando se tiene diabetes es una de las maneras más fáciles de prevenir problemas.
- Evitar baños y duchas muy calientes que puedan secar en exceso la piel.
- Inspeccionar manchas rojas, ampollas y llagas que podrían acabar infectándose.
- Buscar cualquier bulto o cambio en la apariencia de los pies y que un especialista los revise por lo menos dos veces al año.
- Tratar los cortes de inmediato, lavándolos antes con agua y jabón.
Controlar la presión arterial y el colesterol, lo que mejorará la circulación y mantendrá la piel sana. - Ingerir suficientes líquidos, como agua y bebidas sin azúcar, lo que ayuda a mantener la piel hidratada.
- Comer alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, que nutren la piel. Esto incluye pescados, como el salmón, las sardinas, el atún o la caballa, así como tofu de soja, nueces y semillas de lino.
Las personas con diabetes han de ser conscientes de que su enfermedad requiere unas atenciones extra. Si observan cualquier alteración en la piel deben acudir a su médico especialista de confianza.
Fuente: elblogdelapielsana.org