La piel puede ser seca pero no deshidratada y una piel esta deshidratada pero no estar seca, esto parece ser sinónimos o un pleonasmo, pero en realidad estamos hablando de dos cosas completamente diferentes, no es lo mismo sequedad y deshidratación.
Existen varias diferencias para identificarlas y descubrir el tratamiento adecuado que tu piel necesita.
La sequedad se trata de un estado de la piel y la deshidratación es una condición.
La piel seca es genética, se debe a que no contiene aceites naturales; es decir que no tiene grasa, tiene dificultades para producir y conservar la humedad del agua. Al contacto es áspera y escamosa, luce acartonada, opaca, pálida y con poca elasticidad. Los poros son pequeños y poco visibles, la piel es fina y presenta descamación, se arruga fácilmente en cualquier temporada del año, no es irreversible, pues siempre será de esta manera pero si puedes controlarlas con la ayuda de cremas especiales para piel seca.
Evita lavarte con agua y jabón y utiliza mejor limpiadores vegetales, exfolia tu piel dos veces a la semana y por ningún motivo utilices productos que lleven fragancias.
Este tipo de piel no cuenta con lípidos en la epidermis, produciendo una mayor evaporación del agua en las células.
La piel deshidratada no es hereditaria, si no que le hace falta agua, por diferentes factores como cambios de temperatura: frío o calor e inclusive exponerse al sol. Si tu piel es grasa, mixta o seca tu cutis puede necesitar ser hidratada teniendo en tu cuerpo algunas grietas. Para hidratar tu piel toma mucha agua, consumir antioxidantes, evita el cigarro y los diuréticos.
Una prueba para identificar si tienes la piel deshidratada es apretar las mejillas hacia arriba si aparecen unas pequeñas arrugas, entonces deberás tomar acción para hidratar tu piel, utilizando suero cosmético para tu piel.
Una piel deshidratada es fácil que vuelva a hidratarse, mientras que la piel seca siempre será seca.